El mayor reto en España es la educación. “Contratamos en prácticas a una estudiante de periodismo de último año de carrera de la Universidad Complutense para trabajar como community manager. El primer día nos dijo que no sabía insertar un hipervínculo en un editor de texto”, nos explica Javier, director de una agencia de publicidad.
La falta de acceso a tecnología básica en los centros de educación española es un problema gravísimo pero no el único. Las universidades son demasiado generalistas, “el campus de la Universidad de Castilla y León en Soria enseña las mismas materias que el de Salamanca”, nos cuentan desde Tierras del Cid, una ONG dedicada a combatir el problema de la despoblación rural en Castilla.
En agosto de este año volvimos a saber, por el diario El Mundo, que no hay ninguna universidad española entre las primeras 200 del mundo. El Ranking de Shanghái, uno de los más reconocidos del mundo, puede estar más o menos en lo cierto pero no debe equivocarse muchísimo de criterio si sitúa dentro de las 10 mejores a Harvard, Stanford, el MIT, Princeton, y en Europa, a Cambridge y a Oxford.
Que la primera sea la Pompeu Fabra de Barcelona en el puesto 239 no es lo peor. Que la tendencia indique que estamos peor posicionados cada año tampoco es lo peor. Lo peor es que el sistema universitario español está tan herméticamente cerrado a la innovación que nadie podrá nunca abrir una ventana lo suficientemente grande para que el sol y el aire fresco entren en esa caverna ridículamente desincentivada que es la universidad pública española.
La rigidez del sistema universitario español no permite hacer reformas y como otras universidades del mundo las hacen, las españolas van perdiendo posiciones año tras año. Pero el sector privado suele ver oportunidades sobre la base de problemas y muchas startups se han lanzado a ofrecer servicios educativos de calidad, especialmente válidos en este contexto.
“Las startups están a diario a pie de calle, visitando empresas, buscando soluciones a los problemas reales de las universidades, validando con todos los agentes del ecosistema”, explica Félix López, director de la aceleradora de startups de educación SEK Lab EdTech Accelerator.
Según Félix, la solución pasa por que las universidades “trabajen codo con codo con las empresas para que encuentren a los profesionales que están buscando y modificar sus contenidos. Formar a sus estudiantes en soft skills, habilidades extra que aporten valor añadido a sus estudiantes. Formar a profesionales innovadores, intraemprendedores, con carácter emprendedor, proactivos.”
SEK Lab EdTEch accelerator apuesta por las startups que se encuentran en la intersección de la educación y la innovación y usan la tecnología para hacer su servicio escalable y democratizar su acceso. “El aula no son cuatro paredes, los centros educativos deben enseñar también fuera del aula. No deben tener miedo a meter la tecnología en el aula para mejorar su aprendizaje.” Son algunas de sus sugerencias.
El pasado viernes 24 de noviembre de 2017, en la Escuela de Posgrados de la UCJC en C/Almagro 5, fueron elegidas las 12 startups que van a pasar por el programa de aceleración de SEK Lab. 12 pistas para que los centros educativos rígidos y recelosos de la innovación se pongan las pilas. Enhorabuena a todas:
Aisoy Robotics, Originaria de Elche, pioneros en desarrollar robots emocionales que cambian la forma de jugar de los niños. Inteligencia artificial aplicada a un juguete que los propios niños pueden programar.
CodeBerry Programming School, de Budapest, Hungría, es una escuela de programación online para estudiantes de habla no inglesa. Ante la alta demanda de perfiles técnicos y programadores CodeBerry hace el aprendizaje más sencillo, ameno y en tu propio idioma.
Langroo, son de Barcelona y proponen aprender idiomas a través de los Chatbot. Enfocada en los teenagers que siguen a sus celebrities, éstos aprenderán idiomas al seguir a sus estrellas en Facebook estableciendo una conversación son sus Chatbots.
Training Experience, de Valencia, Plataforma on-line de Recruiting Internacional. Localiza el mejor talento joven de todo el mundo para StartUps y PYMEs Europeas con y sin programas de ayudas Europeas reduciendo el coste de contratación.
Sharing Academy, de Barcelona, una plataforma en la que los estudiantes ayudan a otros a superar materias que les son más difíciles, pura tutorización online peer to peer. Los estudiantes así pueden obtener ingresos extra y los otros superar con éxito las asignaturas.
Body planet, son de Madrid y desarrollan material educativo para colegios innovadores que quieran enseñar ciencias naturales y el cuerpo humano con Realidad Aumentada. Lo hace a un coste razonable y donde los niños descubren, disfrutan y trabajan en equipo.
Cerebriti Edu, de Madrid, es una plataforma de aprendizaje que permite a profesores y estudiantes gamificar sus clases sobre la marcha de forma muy sencilla e intuitiva. Sobre los temas que quieran pueden crear un juego interactivo y sin tener que saber programar.
Adopta un abuelo, original de Ciudad Real, es un programa de acompañamiento intergeneracional para gente mayor. Su objetivo es que la gente mayor sea escuchada, acompañada y querida mientras los jóvenes adquieren valores y experiencia.
Komilibro, de Zaragoza, por fin una App que incentiva la lectura en los jóvenes. Es una app para buscar y recomendar libros a través de filtros emocionales y nuevas categorías realizadas por otros lectores.
InnovaMat, de Barcelona, reinventa la forma de aprender matemáticas. BrainArt es un programa pionero en facilitar el aprendizaje de las matemáticas a través de contenidos animados con realidad aumentada, cuentos, puzzles y divertidos test para resolver problemas.
BraveUp, en Chile y Madrid, una App para prevenir el acoso escolar. Da voz a toda la Comunidad Escolar pero el principal protagonista es el alumno. Es una App innovadora que fomenta la mediación y también permite crear contenido interesante para el resto de alumnos.
Mentelista, de Málaga, es una plataforma web y App que permite el aprendizaje del inglés de forma natural en niños desde 6 meses hasta 7 años, incluyendo niños con necesidades especiales. Su objetivo combatir el monolingüismo.